Corría el año 1839, cuando Louis Daguerre anuncio a Francia y al mundo uno de los más sorprendentes inventos del XIX. La fotografía.

Louis, después de arduas investigaciones, al fin dio con la formula mágica para poder captar imágenes reales del entorno que le rodeaba. En un principio la técnica además de costosa y complicada, era exasperadamente larga, ya que el tiempo que se requería para la formación de una imagen era de al menos 10 minutos. Borrando así cualquier cosa que tuviera un ligero movimiento. Las primeras fotografías se restringieron pues a paisajes y edificios.

Con el tiempo y después de diversas mejoras, se consiguió reducir el proceso hasta menos de un minuto. Haciendo así posible los primeros retratos de personas. Aunque era caro, hacerse un daguerrotipo seguía siendo más barato que contratar un pintor para que te pintara un retrato. Esto ultimo además de la novedad, ayudo mucho ha que este recién nacido arte se popularizara rápidamente. Surgieron a la vez los primeros estudios de fotografía y los primeros fotógrafos que se ganaban la vida retratando a la sociedad en la que les toco vivir. Este fue el comienzo, el hermoso comienzo lleno de dificultades e interrogantes. Poco a poco todo seria más fácil, hasta llegar a la moderna fotografía digital contemporánea. Cual será la revolución del mañana?

Los Daguerrotipos eran piezas únicas y delicadas, hechas de placas de cobre plateado, que se protegían en estuches con elegantes marcos dorados y cristal. Hacerse una fotografía en aquellos tiempos era uno de los acontecimientos mas transcendentales en la vida de una persona. Uno de los objetos mas valiosos que se podían tener, por eso se guardaban con mucho cuidado e iban pasando de generación en generación hasta nuestros días. Hoy se pueden comprar por Internet como otro exótico bien de consumo.

Pero estas fotografías de más de un siglo, son más que un mero objeto. Son el testimonio que nos cuenta como eran sus protagonistas y nos cuenta también que el tiempo nunca se para. Lo inevitable de la vida y la muerte, y que la única forma de retenerlo si esto nos sirve de consuelo, es con el chasquido de una cámara.

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