Hace como un mes y medio mi tabla de surf fue fracturada mortalmente por un serie de olas grandes que le explotaron encima. Ya andaba la pobre tocada de antes y esta fue la puntilla que necesitaba. Desde entonces ando en dique seco. Mirando de vez en cuando como disfrutan los demás, como juegan con las olas y como son barridos por estas.

Un año de intenso surf es el que he tenido, con todo tipo de condiciones: Desde aguaceros y olas que parecían montañas hasta días de deslumbrantes soles y aguas calmas. En todos el mismo protagonista, el mar o la mar como mas guste llamarla. Ese inmenso espacio de agua liquida, que tanto nos maravilla y calma. El mar tiene su poder terapéutico, ya sea paseando junto a el o sumergiéndose en sus interiores, el mar nos cautiva tanto, igual porque somos de tierra, no es nuestro elemento. Como también soñamos con volar, la gente que amamos la mar soñamos con lograr esa perfecta armonía en sus aguas, y el surf se torna en la forma ideal de sentir toda esa fuerza antes de que muera en la orilla en forma de espuma.

Cabalgar una ola, es una sensacion maravillosa que te atrapa irremediablemente. Sentir como se forma la pared de agua, surcarla velozmente, hacer giros y sacar espuma como si estas fueran chispas. Oír el rugido detrás de toda esa masa que ya se esta deshaciendo y amenaza con aplastarnos.. y salir victoriosos o terminar dando tumbos por el fondo a la vez que nos falta el oxigeno.

En mi corto exilio que espero que termine antes de que llegue la primavera, he podido grabar este pequeño vídeo en la playa de la zurriola. Un típico día de finales de otoño de aguas revueltas y olas grandes pero desordenadas. A la vez en la arena, todos esos objetos; palos y plásticos desparramados, que la ensucian y que hacen de el un cementerio de todo lo arrastrado por las pasadas inundaciones.

Otra forma de mirar esta playa que tantas veces he visitado con la armadura del neopreno y la lanza de la tabla. Espero que os guste.

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