Quizás lo mejor sea empezar por el final, es decir, agradeciendo a Sara y Fabio su confianza, y por brindarnos la gran oportunidad de realizar un reportaje de boda en Italia. ¿Donde exactamente? En Malcesine, quizás el pueblo más bonito del Lago di Garda, y he dicho quizás, porque este gran lago glaciar (el más grande de Italia), está rodeado de paisajes sacados de cuentos. No es de extrañar que sea uno de los destinos turísticos más importantes de Italia.
La suerte es de quien se la trabaja, y esta vez ha sido literal. Sara y Fabio fueron invitados de una boda que tuvimos el honor de cubrir con nuestras cámaras, y de la belleza de aquellas fotografías surgió esta posibilidad. Y fue un disfrute total, desde el inicio hasta el final. Practiqué el italiano todo lo que pude con los familiares de los novios, que se mostraron siempre amabilísimos y muy hospitalarios. Menudo buffet que se montaron, nunca he visto nada parecido.
Pero contémoslo todo cronológicamente: el día de la boda encontré a Sara en el Hotel Dolomiti, donde se puso un vestido de dos piezas de Jordi Dalmau (mirar las fotografías si no os lo creéis). La bajada al Palazzo dei Capitani estuvo de lo más entretenido, lo cierto es que este pueblo es muy turístico y a esas horas las calles estaban ya llenas de alemanes en su mayoría. Sus ventanales nos dieron la posibilidad de tomar unas de las fotos más bellas de la boda. Y qué decir de los lugares que pudimos visitar durante el reportaje de novios por las calles de Malcesine, sus vistas al lago, el castillo, y sus callejuelas, donde no es nada difícil perderse, ¡y qué placer!
Después dimos el salto a la “Villa le Tre Maríe”, donde tuvo lugar el convite y el resto de la fiesta, todo orquestado por Guiada y su equipo de Misuraca. Qué manera de cuidarlo todo hasta el mínimo detalle, desde la gestión del menu de la boda, hasta la iluminación de la última rosa de aquella villa, que por cierto se estrenaba con su primera boda ( ¡y nuestra primera boda en Italia!)
Y como colofón, un partido, el Italia-Alemania de la Eurocopa. Los invitados no pensaban perderse aquel partido de ninguna manera, y para ello tenían una sala preparada, en la que más tarde se llevaron la gran desilusión, pero nada que no pueda levantar la interminable fiesta de una gran boda.
A ver en qué idioma nos despedimos en la siguiente ‘destination wedding’. Hoy toca, ¡Ciao!